Cambio de Velocidad – “De Visita”.

cambio de velocidad

Y de repente uno regresa a ese lugar donde todo empezó cuando eres pequeño: el parque de pelota.  Ese mágico lugar dónde parece que el tiempo se detiene, dónde los recuerdos viven y se reviven con la acción en el terreno de juego y la algarabía y el alboroto en el graderio; dónde los olores, los colores, los sonidos y sabores permanecen a tú alrededor y se vuelven parte ti.
Todo ese cúmulo de sensaciones son muy diferentes o nulas cuándo estás del otro lado, cuándo no es tú parque, cuándo sus colores no te agradan, sus sabores no te gustan, sus canciones ni se diga. Eres el visitante y te tratan como tal, (sabes de que estoy hablando porque en tú parque tratas que el visitante no se sienta cómodo) y lo aceptas.

Entonces avanza el juego en el terreno; te adaptas a tú entorno, no te importa ni te molesta la hostilidad local; tú equipo se fue al frente y pasan dos tercios de juego; llega la fatídica séptima entrada y nada, tú equipo sigue al frente en el marcador (revisas la pizarra cada treinta segundos) la octava en sus dos partes no te entrega emoción alguna y se viene la novena.
Todo bajo control y en aparente calma; miras al calentadero y tratas de meterte en la cabeza del relevista, programarlo para que salga fino y ponche a cuánto rival se pare en la caja de bateo mientras un bateador pega un sencillo, el siguiente roletea para que aparezca el mejor amigo del picher: el dobleplei. El tercer bateador te levanta del asiento con un batazo elevado entre derecho y central el cuál atrapa el jardinero central de una forma elegante (todo los jardineros centrales deben ser elegantes; por eso ellos mandan).
Está todo preparado faltan el 25, 26 y 27 y podemos irnos de ahí. En ese momento te distraes, escuchas la madera tronar y tronar; la gente se vuelve loca, no sabes que pasa a tu alrededor, todo estaba bajo control, hasta que volteas a ver la pizarra; mi estimado: nos han dejado tendidos en el terreno de juego.

Escrito por: “El Gato” Hugo Duarte